- Choker
- Estructura y letras de oro 18 quilates
- Peso 40 gr
Solo veo caos ante mí surge de la colaboración de Eugenio Ampudia con la joyería Grassy que además de ser una de una de las joyerías míticas de la capital cuenta desde sus inicios en 1929 con un taller en el que impecables artesanos han trabajado a lo largo de los años al servicio de diseñadores y artistas de prestigio internacional.
Fue en Mesopotamia y Egipto donde las mujeres ataron a sus gargantas los primeros chokers pero no tanto por coquetería como por protegerse y ejercer poder. A lo largo del Renacimiento adquieren una función más decorativa y durante la revolución francesa los lazos rojos alrededor del cuello son un homenaje a los guillotinados. En el SXIX las prostitutas cambian el lazo rojo por uno negro, ninguna como la Olympia de Manet para darle este nuevo significado, lo retoma Degas para sus bailarinas y como joya para esconder una herida de nacimiento, Alejandra de Dinamarca esposa de Eduardo VII, Princesa de gales y Reina de Inglaterra. Hoy sigue siendo una joya con múltiples connotaciones desde las más provocativas hasta la elegancia absoluta.
La frase que escoge Ampudia para su obra Solo caos veo ante mi fue dicha por el historiador alemán Aby Warburg al final de su vida cuando trataba de concluir Atlas Mnemosyme, una recopilación de más de dos mil imágenes articuladas en 60 planchas reunidas en virtud de sus analogías internas. El contraste de la desgarradora frase con el material en que está pronunciada es el reflejo de la posmodernidad indiferente que Gilles Lipovetsky resume en esta frase:
¿Alguna vez se organizó tanto, se edificó, se acumuló tanto y, simultáneamente, se estuvo alguna vez tan atormentado por la pasión de la nada, de la tabla rasa, de la exterminación total?